30 de junio de 2008

Causas y azares

Hace unos días leí un libro que me gustó, de una colección que me gusta. El libro es Causas y azares, de Gabriel Midlin (junio de 2008, Siglo XXI Editores) y explica la historia del caos y los sistemas complejos de una forma amena para todos.

Allí también se cita un cuento de Ray Bradbury para ilustrar el caos, El ruido de un trueno. Les paso el enlace porque además, leer a Bradbusy, siempre es un placer:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/bradbury/ruido.htm

25 de junio de 2008

La utopía de las aplicaciones web 2.0

Varios de los referentes del mundo de Internet han comenzado a lanzar opiniones acerca de una Web 2.0 que no sólo genere aplicaciones que den dinero (de hecho de momento ninguna lo da), sino que estas aplicaciones ayuden a resolver algunos de los grandes problemas que padece hoy la humanidad: desde un desarrollo sostenible hasta la crisis alimenticia mundial ¿Realidad o ficción?

Por una parte, Umar Haque lanzó hace un par de meses la primera piedra: en un artículo publicado en Harvard Business Publishing llama a que los inversores y start-ups comiencen a desarrollar aplicaciones para “cambiar el mundo”, antes que para hacer dinero. Comenta un Haque provocativo:

“Si sos un revolucionario, entonces selo: sé consecuente y arreglá un problema que cambie para mejor al mundo. Si realmente tenés el coraje, el objetivo, la visión, hacelo”.

Pero además Haque fue más lejos con su Manifiesto para la próxima Revolución Industrial, en donde insta a las personas a organizarse: ¿Por qué Google insiste con que su principal acierto es “organizar el mundo de la información”?, se pregunta. Porque los mercados, las redes y las comunidades pueden organizar las actividades económicas mejor que una firma.

Por otra parte, desde dos de los encuentros que marcarán tendencia en 2008, como Web 2.0 Expo y Supernova, comenzó a mencionarse una nueva vertiente de la Web 2.0, acaso merecedora de nuestra atención.

¿Feudalismo 2.0?

El economista autríaco Joseph Schumpeter decía que el crecimiento sucede en medio de procesos de destrucción creativa. Es decir, de turbulencia.

Para Haque, hay un problema con esta tesis y es que en un mundo interconectado como el actual la turbulencia es mucho más intensa que la concebida en su momento por Schumpeter, ya que hoy hay muchas más personas creando y destruyendo.

La destrucción creativa tiene dos caras: los costos de la destrucción y os beneficios de la creación. El precio del crecimiento es un mundo cada vez más incierto, arriesgado y marginal.

Mientras la última burbuja fue la de la tecnología, el bienestar fue afectado mínimamente, pero cuando se trata de una burbuja basada en los alimentos, el costo son miles y millones de vidas. Ya no se trata de un costo mínimo.

Mientras que personas como Umar Haque tienen una visión optimista de la capacidad de las aplicaciones generadas en el marco de la Web 2.0, hay puntos que no quedan nada claros. Por ejemplo, históricamente no hemos sido capaces de organizarnos, a menos que se trate de catástrofes y diversas situaciones límite en donde el instinto de supervivencia parece preferir el grupo, en tanto sea conveniente. Y además, Umar Haque parece olvidar que seguimos inmersos en un mundo en donde hay pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos. Y su arenga para llamar a los inversores (¿ricos?) a crear aplicaciones para cambiar el mundo es por lo menos utópica.


Web 2.0: la nueva ola

Por último, Marc Hustvedt se pregunta desde su blog, seedWatcher: ¿cómo podemos usar Twitter para combatir el hambre en el mundo? ¿Pueden ser herramientas como Facebook o Twitter las necesarias para el cambio? ¿O necesitamos plantear un cambio más profundo? Hustvedt nos habla de comenzar a diseñar las herramientas para el cambio pensando en un mundo más amplio del que habitualmente se tiene en mente.

La verdadera pregunta entonces es esta: ¿cargamos nuevamente a estas nuevas herramientas con la responsabilidad de “cambiar el mundo”? ¿Se tata de una nueva ola?

De todo esto podemos sacar en limpio que se trata de software. De pensar en qué valores humanos queremos introducir en el software. Y entonces, cómo van a hacerlo los desarrolladores, que potencialmente, bien lo sabemos en esta Web 2.0, somos todos. Nadie cree en las brujas, pero que las hay, las hay.

23 de junio de 2008

Delicioso ruido

Blogs, wikis, RSS, Twitter , Facebook, Hi5 … el número de recursos que se multiplican exponencialmente cada día puede hacernos sentir agobiados con facilidad. El ámbito en donde nos movemos es ruidoso. Hay momentos en que tiene sentido filtrar esa masa de información que recibimos a granel. En otros casos, simplemente necesitamos ese ruido.

La tendencia a estar informados todo el tiempo, sin embargo, es una cuestión cada vez menos ajena a las empresas. De acuerdo a un estudio realizado por la compañía Basex, en Estados Unidos se pierden al menos U$S 650 billones de dólares por año debido a las interrupciones del personal, dentro de las cuales se incluyen ruidos de coches, chequeo constante del correo electrónico o chats en sistemas de mensajería instantánea. En este estudio además se revela que por jornada de trabajo, los empleados utilizan aproximadamente 77 veces el Messenger, miran más de 40 sitios web y chequean más 50 veces su correo electrónico. Lo paradójico es que esos billones de dólares perdidos por las empresas provienen de la utilización de aplicaciones que teóricamente optimizan nuestro tiempo.

Aplicaciones “ruidosas”

Es un hecho, y un hecho deseable además, que estas herramientas existan, se multipliquen y se optimicen. O incluso que nos permitan optimizarlas a nosotros mismos de acuerdo a nuestras demandas y necesidades, tomando la posta de esta Web 2.0 que nos convierte a todos en potenciales editores de la Red. Entonces, tenemos que pasar a una segunda etapa: gestionemos ese ruido y hagámoslo nuestro aliado.

En primer lugar, reconocer que nada mejor que terminar con el ruido que silenciar todas las aplicaciones que nos puedan provocar. ¿Queremos que nos interrumpa un mensaje emergente del Messenger? ¿Queremos que el Skype nos indique que alguien nos está llamando insistentemente por tecera vez? ¿Queremos que el Google Talk nos avise cada vez que tenemos un mensaje nuevo en la bandeja de entrada? De nosotros depende.

Incluso para las personas que están acostumbradas a bucear en un mar de información constantemente, las aplicaciones sociales son una fuente de interrupción o incluso de distracción algunas veces. Hasta Steven King, en su libro On Writing , comenta que para escribir necesita encerrarse en una habitación aislada sin riesgos de ser interrumpido por nada ni nadie. Por lo tanto, nada mejor que si algo nos distrae, apagarlo.

El segundo paso recomendable es analizar si podemos nadar –sin ahogarnos- a través de ese ruido. Tal y como hay escritores que necesitan aislarse completamente para poder escribir, así también hay personas que necesitan hacer las cosas de a una, sin una estructura hipertextual.

Resulta difícil determinar si las personas capaces de sumergirse en el vasto mundo de la información realizando múltiples tareas en simultáneo son diferentes de las que no pueden hacerlo porque padecerían agobio o distracción. Aunque esto no impide que podamos conocer métodos o trucos para gestionar mejor nuestro tiempo.

De la atención parcial contínua a la atención paralela continua

Conforme ha ido evolucionando la Web 2.0 y sobretodo las redes sociales, las personas capaces de hacer varias tareas en simultáneo han comenzado a ser más y más valoradas, no sólo por una cuestión de optimización de tiempos, sino de capital humano en el entorno en donde se desempeñan.

El término atención parcial contínua, referido a las personas que se focalizan en una tarea mientras monitorizan otras y utilizado en general de forma negativa, ha evolucionado hacia lo que en la actualidad se denomina atención paralela contínua. Este concepto hace referencia a las personas capaces de realizar múltiples tareas a la vez, sin priorizar el énfasis en ninguna. Ejemplo de la atención parcial continua puede ser conducir un coche mientras escuchamos la radio, mientras que en el segundo caso podríamos poner como ejemplo una persona que mientras navega buscando información en la Red también chequea su correo y lee las noticias por RSS.

Crear una rutina

Ante el maremagnum de información que recibimos cada día a través de las diferentes aplicaciones que utilizamos (Twitter, Facebook, RSS, blogs, wikis) es casi indispensable crear una rutina para poder consumirla en el mejor de los casos, o al menos gestionarla.

Hace unas semanas, Louis Gray propuso desde su sitio web su rutina: primero lee sus mails, luego las noticias por RSS, después consulta Twitter, más tarde FriendFeed y por último el resto de la información.

Estructurar nuestra forma de consumir información puede sonar a un trabajo arduo, pero teniendo en cuenta que algunos de nosotros estamos entre 8 y 10 horas por día frente a la computadora, debemos tomarnos ese trabajo.

La belleza del ruido

Más allá de algunas reacciones catárticas de usuarios de esta Web 2.0, en estos tiempos de conocimiento diseminado en diversos nodos y redes, en donde es más importante conocer quién tiene el conocimiento que necesitamos más que tener todo el conocimiento en nuestra red cerrada y personal, el ruido tiene su belleza.

El ruido de las redes sociales y las aplicaciones de la Web 2.0 son un parte esencial de vivir y aprender en la Red. Algunas razones:

Oportunidades inesperadas

Algunos lo llaman serendipia (del inglés serendipity). Cuando menos limitado esté nuestro horizonte de fuentes de información y contactos, más fácilmente podremos encontrar posibilidades inesperadas en la Red: recursos, oportunidades, contextos y contactos.

Reservorio de información

De repente un día, algo sobre lo que habíamos leído o alguien con quien habíamos contactado azarosamente se convierte en la parte esencial de la tarea que estamos realizando. ¿Quién no quiere tener en su equipo a alguien capaz de conectar información estratégica en el momento exacto?

Conocimiento general

La posibilidad de estar conectados y comunicados con innumerables redes y nodos segmentados de acuerdo a nuestros intereses nos hace tener un conocimiento que es a la vez general y especializado. Y que viene a nosotros cada día y a cada momento para invitarnos a conocer y aprender.

Nuevas destrezas y habilidades

Estas formas de gestionar el ruido nos obligan a explorar nuevas formas de trabajo, que van desde la gestión de la información hasta las formas de comunicación utilizadas y sus efectos en nuestras redes directas e indirectas.



Infoxicame

Más allá de los efectos que la infoxicación pueda generar en todos nosotros, es un hecho que las redes sociales están aquí y han venido para quedarse. Por lo tanto, lo más inteligente que podemos hacer es tratar de gestionar los recursos que tenemos (el tiempo entre ellos) para alimentarlos con nuevas fuentes.

Los datos, la información, el conocimiento, ya no son un problema. El desafío pasa por saber cómo bucear por cuanta red social estamos inmersos sin morir en el intento. Es decir, cómo gestionamos toda la información que recibimos diariamente y como administramos nuestros contactos y fuentes para que sigan produciendo de forma sinérgica.

Cuanta más redundancia, menos información. Y hoy en día frente a tantas aplicaciones muchas veces nos parece que ya nada podría inventarse. Y sin embargo sí, se inventan nuevas herramientas porque cambian nuestras necesidades.

El desafío de hoy es poder navegar, sin naufragar, por esta Red cada vez más llena de redes.